Muy buenas, soy Jesús Gutiérrez, el hermano mayor de nuestra cofradía; espero que os encontréis bien tú y tu familia y que este “dichoso” virus no te haya llegado a ti ni a ninguno de tus seres queridos.
A lo mejor esta carta viene tarde, espero que no, pero quería darte un fuerte abrazo virtual y que sepas que nuestra cofradía está ahí para lo que necesites.
Te pensarás por qué me dirijo a ti, desde la Junta de Gobierno llevamos mucho tiempo pensando cómo hacerte sentir “orgulloso de ser angustioso” y hemos visto oportuno hacer una serie de publicaciones que te llegará personalmente a tu correo o a tu móvil.
A pesar de todas las penurias sanitarias y económicas que seguro te están afectando, el mayor tesoro que tiene nuestra hermandad después de Nuestra Sagrada Titular y su Divino Hijo, eres tú y tranquilo no te escribo para pedirte dinero, te lo vuelvo a decir eres TÚ el segundo mayor tesorero que poseemos. Y por eso te animo a escaparte un ratico a San Juan a verla a Ella, sí a Ella; seguro que para ti lo es todo, su mirada triste por la pérdida de lo más sagrado que puede tener una Madre, pero a la vez esa mirada que nos acoge a ti y a mi no tiene precio, María Santísima de las Angustias, ruega por nosotros e intercede para que pronto podamos volver a darnos un abrazo y estar todos alrededor Tuya.
Desde el pasado marzo en la que nuestra vida cambió radicalmente. Por desgracia, pasamos una Cuaresma distinta, ajena a la normalidad: no pudimos darte tu ropa de penitente para ponerte tu capirote y hacer nuestra estación de penitencia; imposible tallar tus hombros querido horquillero que hacen disfrutar al pueblo de Vélez del paso más bonito de toda nuestra semana de pasión; no pude reunirme contigo amiga camarera para hacer nuestra convivencia y cantar el novio de la muerte en vuestra tradicional cena; no dio lugar a la reunión del Consejo General, sabios de nuestra cofradía que siempre estás ahí apoyándome y dándome consejo en todo lo que necesito, fue imposible encontrarme contigo admirada mantilla que siempre con tu rosario en la mano rezas por todos nosotros.
Tampoco reunirnos para vivir con intensidad Nuestro Septenario, Nuestra Misa de Viernes de Dolores, y tampoco nuestra cena de horquillería. Madre mía que de cosas nos hemos perdido durante este maldito 2020, pero seguro que pronto todo pasará, todo será un mal sueño y ya mismo me reencontraré contigo querido penitente, horquillero, camarera, consejero y mantilla.
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